Eduardo Vargas: Destreza y Espíritu de Superación Personal.

por GABRIEL HALPERN MAGER, Est. Derecho, U. Adolfo Ibáñez.

 

Era el año 2006, un niño llamado Eduardo Vargas, de 16 años, totalmente desconocido para el mundillo del fútbol, hacía sus primeras armas en el equipo Cobreloa, llegando a jugar por su filial en el año 2009.

Sin importar las desventuras que vivió en su camino, este joven siguió luchando contra un destino que no le sonreía ni maldecía, simplemente lo dejaba estar. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre usualmente en este mundo, el esfuerzo le rindió frutos, y junto con ello, goles. Fue así como a principios del año 2010, Universidad de Chile, club donde militó en las divisiones inferiores, fijó su atención en el renquino.

Corría el primer semestre del año 2011 y Eduardo ya nos deslumbraba con sus goles vistiendo la camiseta azul. Germinaba una estrella. Un goleador de fuste que usaba su velocidad como la punta de la lanza para hostigar a la defensa rival por todos los flancos. Fue así como llegó a anotar la suma de 10 goles en ese torneo, sumando a sus logros la remontada histórica contra uno de sus clásicos rivales en la mismísima final del campeonato de apertura. Eso no fue todo, fue galardonado con el premio al mejor jugador del campeonato, otorgado por los capitanes de primera división.

Pero esto no acabaría ahí, el espectador, los periodistas, comentaristas, directores técnicos y directivos querían ver más, y este pequeño gran hombre les daría en el gusto. Para el segundo semestre de ese mismo año, junto a sus compañeros, conseguiría un logro inédito para la camiseta azul: Obtener la Copa Sudamericana, aportando la suma de 11 goles (entre los que se cuentan 3 en las dos finales ante LDU de Ecuador). Gracias a esto fue condecorado como el “Mejor jugador de la Copa Sudamericana” y “Goleador de la Copa Sudamericana 2011”, además obteniendo el segundo lugar como “Mejor jugador de América” (solamente por detrás del astro brasileño “Neymar”).

El gran salto no se hizo esperar, ahora con el número 16 en la espalda, las grúas europeas lo situaron en el SSC Napoli a principios del año 2012. Las expectativas, era que no, llegaban hasta las nubes. El jugador que venía de ser uno de los grandes protagonistas de Sudamérica por fin pondría a prueba sus armas en el viejo continente.

Sin embargo el destino eligió darle una pausa a su carrera ascendente, en sencillas palabras, “se le mojó la pólvora”. Todo quien tenía tribuna, por pequeña que fuese, en el mundo-fútbol se encargó de dar su receta: Que tenía mucha competencia, que el estilo de juego no le acomodaba, que le faltaba adaptación en el equipo, etc. Lo cierto, es que la otrora “joya” de Sudamérica no estaba cumpliendo con aquello que más se le requería: Goles. No hay nada más verdadero que eso.

Pero como ha sido la tónica de su carrera, Edu no se rindió. Tal como en un momento jugó por el equipo “B” de Cobreloa, decidió emigrar nuevamente, pero esta vez al Gremio de Porto Alegre junto a otras “estrellas” que se le unirían ahí.

Por las presentaciones que se le ha visto en dicho equipo, pareciera que, de la misma manera que ha ocurrido en toda su carrera, Eduardo aparentemente renació de sus cenizas. No es que sea un Ave Fénix, sino que es un guerrero, de esos que no vemos en estos días. El destino le da la espalda, más esfuerzo significa para él, sencillamente un ejemplo que varios deberíamos de imitar, porque realmente es fábula personalizada de la superación personal.

No nos queda más que esperar que “el Edu” siga con su renacer futbolístico al punto de volver a deslumbrarnos con su enorme talento. Hay que considerar que el Sr. Sampaoli, y junto con él, todos los chilenos, estaríamos más que agradecidos porque el partido con Perú está a la vuelta de la esquina.

¡Vamos Eduardo!

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