Isla Lantau: centro budista de Hong Kong.

por ILAN OXMAN, Antropólogo Social. Acróbata aéreo y Paracaidista.

 

Con sus casi 7 millones de habitantes, Hong Kong es una ciudad de superlativos. Ostentando records mundiales como el espectáculo de luces al aire libre más grande, la escalera mecánica más larga y la estatua de Buda más alta de la tierra. A todo esto se suma una geografía urbana única; enclavada en montes e islas sub-tropicales que le dan un verdor mágico a sus rascacielos y un aire increíble a la ciudad en su conjunto. A ello se agrega ser la cuna de estrellas como Bruce Lee y Jackie Chan, los que además son héroes nacionales en China, haciendo de la ciudad un atractivo destino turístico para miles de viajeros alrededor del mundo. Siendo un vector de desarrollo económico, el crisol cultural es diverso y las migraciones de trabajadores provenientes de Indonesia, India, África, entre otros, dominan ciertas zonas de la ciudad, trabajando mayoritariamente en el área de servicios, como pequeños empresarios locales o mercaderes hacia sus países de origen.

Mi experiencia en Hong Kong estuvo ligada al ambiente dado por los inmigrantes en Kowloon, quedándome en los hostales de «Chungking Mansion», que a unos 8 USD por noche un dormitorio han sido sinónimo de acomodación barata por décadas. Muchas veces, especialmente de noche, me encontré con disputas por el control de los territorios urbanos asociados a la prostitución y el narcotráfico, generando situaciones que si bien no caían en la violencia física, requerían de intervención policial para separar a los bandos.

El contraste de todo esto se encuentra en las magníficas experiencias que encontraría unos días después, siguiendo las embriagantes oraciones de los monjes Zen en un monasterio Budista de los alrededores. Todo comenzó tras una larga mañana capeando la lluvia en el Olympic Comercial center de Hong Kong. Leyendo mi queridísimo Lonely Planet y diferentes folletos informativos, decidí que la mejor opción consistía en aventurarme a la isla Lantau, aledaña a Hong Kong y sede del aeropuerto internacional.

Los principales atractivos anunciados respecto a la isla eran la estatua de Buda a cielo abierto más alta del mundo, numerosos senderos naturales que recorren las montañas, aldeas de pescadores y templos Budistas desperdigados por el territorio. Debido a la lluvia tomé un bus directo hacia la cima, donde se encuentra el gran Buda frente al monasterio de Po Lin, esperando encontrar alojamiento en un refugio para jóvenes ubicado a 5 minutos de ahí. Llegué a la cima y seguía lloviendo muy fuerte, con una niebla que no permitía ver más allá de 15 o 20 metros, por lo que caminé hacia el hostal para encontrarme mojado hasta los huesos tocando una puerta a la que nadie iba a contestar. Después supe que habían cerrado el hostal por los avisos de fuertes lluvias.

Ya estando mojado no había mucho que perder, por lo que seguí caminando en los senderos; convirtiendo 5 minutos en 40 mientras la lluvia que caía desde el cielo se convertía en verdaderos torrentes de agua y lodo que atravesaban la montaña. Tras recorrer bajo la lluvia, logré ver una pequeña pagoda en un camino lateral, y sabiendo acerca de los monasterios Budistas de la isla, bajé a pedir refugio de la tormenta. Toqué la enorme puerta de madera y luego de unos minutos críticos salió a abrirme el encargado de las visitas del monasterio, quien aceptó mi petición y me llevó a una pequeña cabaña de 2 x 2 metros, avisándome que en 1 hora escucharía la campana llamando a cenar.

Tuve alrededor de 40 minutos para ordenar mis cosas e improvisar lugares donde colgar la ropa mojada, hasta que sonó la esperada campana. Me dirigí a una escalera junto al monje, quien me llevó a la cocina en la parte superior del pequeño monasterio, lugar destinado a las monjas. Una primera impresión fue ver a una mujer con la cabeza rapada y de ojos verdes; era originalmente de Polonia con 20 años como monja. No era la única extranjera en el monasterio, había una ciudadana Suiza de pelo largo que llevaba viviendo en el monasterio alrededor de 1 año y se encontraba estudiando para monja. Entre los 6 hombres del monasterio había extranjeros, aunque ningún occidental.

Esa noche de refugio se convirtió en varias más ya que la tormenta cortó los caminos y se hizo imposible salir de la isla. Los 3 días que estuve en el monasterio me incorporé a la mayoría de las actividades cotidianas, siendo aceptado en la categoría de neófito, aunque sin recibir mayores indicaciones que las estrictamente necesarias.

Algo poco conocido de Hong Kong se encuentra en constatar la ininterrumpida tradición religiosa que alimenta a la región; la que a diferencia de china continental no sufrió un largo periodo de represión y persecuciones. En ese sentido, la experiencia aporta un claro ejemplo de cómo la modernidad sigue alimentando el espíritu religioso de hombres y mujeres alrededor de todo el mundo, encontrando un espacio fértil para el desarrollo espiritual, los peregrinajes masivos y el turismo.

A menos de 1 hora de la ciudad, la isla Lantau ofrece una maravillosa combinación de senderos naturales, sitios ultra-turísticos y monasterios Budistas simplemente sorprendentes. La mejor recomendación es ir con tiempo para recorrer ampliamente los senderos, visitar los imperdibles de la isla y conocer de primera mano la profunda veta que ofrece la vía budista.

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