Prensa judía chilena 2013: OyVey! muchas opiniones; pocos lectores… ¡Y nada de conversación!

por JORGE ZEBALLOS STEPANKOWSKY. Periodista, U. de Santiago. ExPahil Hashomer Hatzair Chile.

Este año 2013 trae novedades en la oferta editorial judía. Algunos buscan irrumpir en el espacio kehilatí como El Diario Judío; otros, como Anajnu buscan un dar un salto adelante, y las acostumbradas Shalom y La Palabra Israelita continuarán su esfuerzo por sostener el periodismo judío con énfasis en las kehilot a las cuales sirven.

Cada uno de estos medios, con su estilo, fortalezas y debilidades, sabe al dedillo que para ser relevante debe ser entretenido, inspirador y transformador. Fácil decirlo, improbable de cumplir si no logran articular conversaciones entre sus lectores. La industria editorial judía pasa por responder y dialogar con una resucitada conciencia que la vida judía chilena es más diversa, pero también más segmentada y precaria.

Por eso, una dificultad es que cuesta escapar de los aroyskumen (asuntos) acostumbrados: educación judía, asimilación, matrimonios mixtos, el conflicto palestino-israelí, Holocausto. Otro aprieto más significativo es que cada uno de estos esfuerzos se emplaza

en formatos en los cuales apenas se evidencia diálogo con sus audiencias. Pero lo más frustrante de todo, es constatar que incluso dentro de un mismo proyecto editorial, sus propios autores no se cruzan o debaten.

Las ideas se exponen pero no circulan. El resultado es que el momento de construcción de opinión y conocimiento se derrocha; pues la opinión pública (la manoseada ‘calle judía’) se forma en las conversaciones.

 

Eynmeynungizkeynmolnishtgenug (Una opinión nunca es suficiente)

En América del Norte el asunto es distinto, la mayoría de los protagonistas de los llamados medios alternativos judíos se han producido bajo el alero Forverts o Foward, el izquierdista e idischista decano de la prensa judía. Si uno revisa quién está detrás de las iniciativas que renovaron la prensa judía en los últimos 15 años, tales como Tablet, Zeek, Heeb, Shtetl-Montreal, o J-Dub (el sello discográfico tras Matisyahu, Balkan Beat Box, Socalled o Steve Liberman ‘The Gangsta Rabbi’) aparecen biografías de jóvenes que entraron como internos al Forverts y allí aprendieron de los maestros de  la opinión judía.

En contraste, en Chile nada de esto ocurre. ¿Quién menor de 30 años puede indicar con claridad cuál fue el rol de Moises Yudelevich en Dos Yidhise Vort, o el aporte al debate de ideas de Oscar Waiss? ¿Quién recuerda los números de Zéjel, la ilustrada iniciativa Hernán Rodriguez Fisse en los años 90s, o los intentos de hallar lo shpasik (gracioso) en la hilarante Melon con Vishnik o La Palabra Ismaelita? El primero, fue un fanzine adolescente que buscó rabiosamente hacer suyo el yiddishkeit como alternativa a lo que juzgaron como un manfinflero sionismo. La segunda, hizo reír a todos los askanim que lo leyeron, menos a un mensh que amenazó con abogados, pues en un principio, no entendió que La palabra ismaelita, no era burla sino comedia emancipadora.

En 1940, dos hermanos más algunos amigos iniciaron un programa de radio, “La hora hebrea”. Durante once años, cubrió todos los asuntos de la época. Elías y Roberto Aron, Abraham Hasson, Herman Scheron y Rafael Arditi estaban entusiasmados. Ellos creían que el camino hacia una comunidad judía chilena más inclusiva estaba a la vuelta de la esquina. Faltaba solo “despabilarla” de sus kvetches odiosos de clase media ascendente. Decidieron dar otro paso y en 1953 lanzaron la versión impresa del programa radial, se llamó Hakol. Finalmente los hermanos se cansaron e hicieron aliá. Aron escribió en Hakol: “La comunidad se convirtió, en este último tiempo, en una suerte de ídolo de Teraj. No habla, no escucha. Este fenómeno desalentador es particularmente cierto en lo que respecta a publicaciones”.

Si lo de Aron parece actual pero pretérito, recomiendo leer las editoriales de Natalio Berman en la juvenil Nosotros del año 1926. No son muy diferentes, y deberíamos razonar que el kvetching parece ser la única constante.

“Zolstvaks’nvi a tzibelemitnkop in drerd!”(Crecerás como cebolla si vives con tu cabeza en la tierra). Este 2013, en una multitud de opiniones judías, pero con la extravagancia judía chilena, cada medio se comporta como si el otro no existiera. ¿Dónde está la sinergia? Sí, aquel concepto sobre el cual el generoso Isaquino Benadof apóloga cada vez que es requerido por su comunidad. Sin embargo, sinergia parece constreñida al ámbito de la cortesía, que como decía el inventor Edwin Land, es el veneno de la colaboración. 

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2 comentarios

  1. Excelente columna, creo que es verdad lo que expones. Sin embargo, creo que la falta de intercambio de opiniones y la carencia de debate no se debe sólo a esto, sino que además a la desidia general de la sociedad chilena. Emitir una opinión un juicio cara a cara y no cobardemente (como irónicamente lo hago ahora) por internet, implica comprometerse, jugársela y claramente los chilenos en general no estamos dispuestos a eso. Preferimos la comodidad, lo políticamente correcto.
    Si eso se da en la sociedad, también se da en nuestras comunidades, en donde cualquier opinión «fuera de la norma» es considerada un insulto y no como una diversidad.

  2. Estimado Jorge: me parece muy atingente tu comentario, y coincido que el judaísmo en Chile se ha acebollado, escondemos la cabeza para ser judíos pero que no se note mucho. Las comunidades se han anquilosado en una idea autofagocitaria y exclusivista, no hay personalidad ni influencia en la sociedad Chilena. A su vez poniendo esta situación en perspectiva, lamentablemente me doy cuenta, que es un rasgo de nuestra personalidad histórica, tal vez la la semi-permeabilidad de la identidad judía, la que ha permitido nuestra subsistencia, tenga que dejar de ser pasiva y afrontar el hecho de que como en otras épocas debemos Kasherizar, aquello que adoptamos como parte nuestra, existen caracteres que posiblemente para la sociedad circundante parezcan imperceptibles y poco nocivos, pero hay que tener en cuenta que en sub-sociedades como la comunidad judía, los factores entrópicos tienden a notarse y a ser mucho más agresivos. La apatía e indiferencia además del clasismo latinoamericano y sobretodo Chileno, puede parecer un código poco influyente en la problemática nacional, pero proyectado a una comunidad pequeña como la nuestra, tiene los efectos que tu y tantos estamos notando ahora. Estamos poco acostumbrados a ver algo más allá de nuestra conveniencia, como judíos nos hemos vuelto hedonistas y faltos de autocrítica, le rendimos demasiado culto a los paradigmas, tomemos en cuenta que la Torá esta llena de ejemplos de innovadores triunfantes, que rompieron con escollos esclavisantes (apropósito de Pesaj), saltandose designios que se habian convertido en ley.
    La respuesta esta justamente en espacios como estos, en romper el silencio cebollezco, en hacer nuestra la responsabilidad de apoderarnos y mantener una identidad judía Kasherizada selectivamente y transmitirla a las lastradas comunidades que pierden cada día mas importancia en la vida judía. Pregunto finalmente, que paso con esas comunidades del galut que albergaron a la intelectualidad judía orgullosos primero de ser judíos contribuyendo desde ahí a la ciencia, la cultura y las artes.

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