Día del Orgullo Gay: Combatiendo Prejuicios, Justicia y Equidad.

por Eugenio Gini Cambaceres, Representante Judíos Argentinos Gay.

Nos acercamos al 28 de junio, en el mes en el que gran parte de las comunidades GLTB del mundo celebran su Marcha del Orgullo (en Argentina es a principios de noviembre por cuestiones históricas), hacen sus reclamos, desfilan, festejan la diversidad, se hace el balance de los logros y las cuentas pendientes, se reflexiona sobre las fallas cometidas y cómo repararlas, en fin, una fusión de Pésaj, Purim y Rosh haShaná todo junto y con pluma y lentejuela, o con enojo y proclamas, según cada uno.

¿Cómo empezó todo? No sé si estamos todos enterados de los hechos, el caso es que la génesis del tema viene de los Disturbios de Stonewall, la madrugada el 28 de junio de 1969, cuando los clientes gays, lesbianas y trans del bar Stonewall de Nueva York se cansaron de las redadas y durante esa y varias jornadas siguientes resistieron a pedradas, enfrentamientos directos y, con mucho valor de su parte, un nuevo intento de llevarlos a todos presos por supuesta inmoralidad pública. Tras esto, comenzaron las organizaciones para la lucha por los derechos civiles de los grupos GLTB, y ya al año siguiente, en 1970 se organizó para la misma fecha la Primera Marcha del Orgullo, que luego fue replicada a lo largo de los EEUU primero, y del mundo después.

¿En qué punto del mapa estamos parados hoy? No hay dudas de que se avanzó muchísimo, ya con Francia este año, van creciendo a saltos los países donde existe el matrimonio entre personas del mismo sexo, o donde al menos hay uniones civiles equivalentes o alguna clase de cobertura a las parejas convivientes sin importar el sexo de los contrayentes. En el caso de Israel, la falta de matrimonio civil y el carácter conservador de las comunidades religiosas que allí pueden celebrar matrimonios legalmente válidos no impide que, desde el 21 de noviembre de 2006, se reconozcan también los matrimonios igualitarios celebrados en el exterior con la misma validez que cualquier matrimonio tradicional. También se avanzó mucho en al menos cierta aceptación social en gran parte de Occidente, y en el campo de la lucha contra la homofobia y la violencia contra las minorías sexuales. Incluso muchos padres, familiares y amigos de personas gltb e incluso gente heterosexual sin ninguna relación directa con el tema trabaja codo a codo con las víctimas. No por lástima, no por compasión, sino por estar convencidos de que es un tema de estricta justicia y equidad.

No hay dudas tampoco que es mucho lo que queda por hacer, hay mucha violencia aún, mucho prejuicio, mucha falta de educación: hay aún muchos intereses en que no se cuestionen discursos de odio y exclusión contra gays, lesbianas, bisexuales y trans, mucha gente que vive de apuntar con el dedo contra otros para elevarse como amos de una supuesta verdad absoluta y una supuesta santidad moral que les permitan después seguir dando indicaciones a todos de cómo deben vivir, pensar, votar, gobernar y, oh sorpresa! cómo deben mantenerlos no solo con fondos privados de sus seguidores, sino también con fondos públicos, pagados también con aquellos a los que se dedican a atacar.

Hay quienes dicen que las Marchas del Orgullo son una frivolidad, que domestican la cuestión y nos vuelven un espectáculo, una caricatura, y dan una imagen falsa del tema como si fuésemos todos locas ridículas en un Nunca -Jamás de plumas y música tecno. Puede ser, pero fueron esas provocaciones las que despertaron las conciencias, las que permitieron darnos cuenta a todos los afectados que no éramos individuos con mala suerte, sino un grupo oprimido, que no merecíamos ese trato, y que sólo organizándonos, uniéndonos y aliándonos íbamos a poder salir a contestar, salir a denunciar, salir a cambiar el mundo. Pero también nos permitieron salir a decir “estoy orgulloso de ser quien y como soy, y no me como tu discurso de odio, opresión y sometimiento, no lo voy a aceptar y voy a luchar con mis hermanos y hermanas para cambiar todo lo que haya que cambiar hasta que reinen una verdadera igualdad y una verdadera justicia, con derechos y libertad para todos y todas”, y a  festejar la riqueza de la diversidad y el logro de los triunfos conseguidos.

Hay mucho prejuicio aún ahí afuera para combatir, mucho odio. Hay mucho prejuicio aún aquí adentro de nosotros mismos a la hora de animarnos a actuar, mucho miedo. Pero viendo el ejemplo de políticos que, como el presidente norteamericano Barack Obama, su vicepresidente Hillary Clinton, e incluso la gente común, como Jeanne Manford (fallecida este 8 de enero último), una ama de casa madre de un gay, que en 1970 marchó solita junto a su hijo en Nueva York con un cartel de apoyo y con ese acto llegó a ser la fundadora de PFLAG (asociación internacional de padres, amigos y parientes de personas GLTB con más de 350 filiales a lo largo del mundo), uno realmente encuentra inspiración para encontrar fuerza, salir adelante y pelear. No solamente por uno, por todos los que son, por todos los que la pelearon en su momento, y por todos los que van a seguir en el futuro.

Cada uno sabe por qué y para qué marchar (por orgullo, por la alegría, por el matrimonio igualitario, por la identidad de género, contra la violencia homofóbica, etc.) pero todos sabemos que es necesario juntarnos y que es necesario aprender a protestar, peor también a celebrar.

Es necesario celebrar para saber que vale la pena, es necesario tomar consciencia del valor que tenemos cada uno como persona y en conjunto como grupo, es necesario estar orgullosos de los logros y de estar a la altura de los desafíos. Porque es lo justo, porque nos lo merecemos, y porque lo necesitamos para seguir adelante, sabiendo que juntos podemos, y poder salir al mundo diciendo que tengan cuidado, que nos respeten, porque puede ser que no seamos los más machos, pero sin duda somos muchos.

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4 comentarios

  1. Una consulta a la que me gustaría escuchar su opinión…… Como se le puede llamar «justicia» a que los mismos judíos, Uds., estén luchando por aceptar la relación entre personas del mismo sexo, yendo TOTALMENTE en contra de la misma Tora, guía para la vida, manual de instrucciones divinos a que como judíos aceptamos su supra racionalidad?

    Que justicia seria entonces botar nuestra misma Tora, SU (Hashem) Tora…..Escritos sagrados fuera de la lógica humana, entrando en lógica de Su Supra Racionalidad!!!!!!!!

    1. Pepe, te comento, hay muchas lecturas de lo que la Torá dice o no en Vaikrá (Levítico). Te invito a que busques la responsa de los rabinos conservadores norteamericanos del año 2006, que explica que los versículos que se suelen utilizar no hablan de homosexualidad (de hecho, al lesbianismo la Torá ni la mencionan), sino a un solo tipo de acto sexual entre varones, no se mete ni con la orientación sexual ni son la afectividad, así que, si se omite ese único acto, la Torá nada prohibe respecto del amor entre personas del mismo sexo y de hecho sería cruel prohibirlas, te mando un link en inglés, sinó, preguntá y seguro vas a ver que las cosas no son siempre sólo como te las traducen o como te dicen que son. Te aviso que los redactores de este eescrito son autoridades eminentes y que han sido muy seguidas.
      http://www.rabbinicalassembly.org/sites/default/files/public/halakhah/teshuvot/20052010/dorff_nevins_reisner_dignity.pdf

    2. Otra cosa, Él creó el Mundo con orden y sentido (y por ende actuando y guiándose con plena racionalidad, lo contrario sería capricho), así que no entiendo que querés decir por Supraracionalidad, Él no puede contradecirse, investigá la gran cantidad de especies animales que tienen comportamientos homosexuales y hasta parejas estables del mismo sexo (pingüinos y delfines por empezar) y vas a ver que es parte del Orden que Él creó.

  2. Hola Pepe Salinas, en español dice «no tratarás a hombre por mujer» pero la verdad es que dudo que un hombre que tiene sexo con otro lo trate como mujer o bien que una mujer que tiene sexo con otra trate como hombre a esta.

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