Con el patrimonio no se juega, Señor Intendente

por FERNANDO IMAS y MARIO ROJAS, Lics. en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, U. SEK.

 

El patrimonio que hoy corre es diverso, democrático y dinámico, pero la declaración por parte del Intendente de Santiago, Claudio Orrego, sobre la patrimonialización de la megacicletada organizada por un grupo de chilenos, resulta apresurada e irresponsable.

La creación de nuevas manifestaciones que se consideren patrimonio también existen, pero no debemos confundirlas con decisiones aceleradas por parte de nuestras autoridades que, para “quedar bien”, aplican este concepto sin siquiera conocer el trasfondo que una declaración de este tipo tiene para los habitantes de un país.

El patrimonio es el ente que genera un punto de encuentro, unión y homologación social; donde al vernos los unos a los otros somos iguales, compartiendo un mismo cordón de tradiciones, costumbres y usos sociales, que nos identifican como parte de un grupo o una comunidad.

¿Es irresponsable y arbitrario utilizar la palabra Patrimonio, y todo lo que eso conlleva, en el movimiento ciudadano de un grupo más bien reducido? El valor más esencial de la palabra se desvirtúa y pierde sentido, si consideramos que hoy esta declaración envuelve todo el odio y la división que se ha generado entre ciclistas, automovilistas y peatones. El problema no son estos tres actores que reclaman su derecho a transitar  de forma segura por las calles, sino que son víctimas de  décadas de mala planificación vial y políticas cortoplacistas que no dan la cara al futuro.

Hay una mala utilización del concepto Patrimonio que por años se ha intentado difundir, masificar y valorizar entre la ciudadanía, y que hoy parece más un comodín aplicable a todo tipo de manifestación social, muchas de las cuales nada contribuyen a nuestra identidad nacional.

¿Dónde quedamos los que por años hemos barrido las calles, comprometiéndonos en valorar, difundir y proteger nuestras más arraigadas costumbres, inmuebles y tradiciones, sin siquiera ser escuchados por alguna autoridad, o valorados por la ciudadanía?

La burocracia y la falta de presupuesto no existen cuando peligra la gestión política de esas efímeras estrellas de los partidos, que en una profunda ignorancia le faltan el respeto a esos miles de chilenos como nosotros -profesionales o no- que comprometidos con nuestro país, han intentado, a veces de forma precaria, hacer valer la palabra Patrimonio para que sea reconocida y sirva como método de protección.

El abuso de esta palabra, ligada hoy a manifestaciones fugaces y que posiblemente no perdurarán en el tiempo, debiera hacer eco en nuestra ciudadanía y sobretodo en nuestras autoridades.

Entonces señor Orrego, ¿qué pasa si su magnífica idea no funciona en la práctica, y esa megacicletada patrimonial no existe en unos pocos años más? ¿Dónde queda entonces el Patrimonio que tan poco le costó generar?  Esa es la pregunta que deben hacerse las autoridades, antes de realizar sus discursos ciudadanos que poco o nada contribuyen en la realidad de los chilenos.

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