Alineando un mejor futuro para el mundo

por PAMELA NUDMAN, Arquitecto.

Nuestra vida fluye entre el mundo y nuestros pensamientos. Nos paseamos como si estuviéramos fuera de ellos, como si el cuerpo los envolviera, pero al parecer vivimos limitados y formados por ellos, ¿es posible separarlos?

Si nuestros pensamientos nos moldean y definen ¿Quién nos gobierna en verdad? ¿Algún tirano malvado y despiadado que elegimos a través de una línea vertical en un voto cada 4 años? ¿O nos gobierna aquello que pensamos y construimos diariamente?

Yo ya no creo en los tiranos. Los sigo viendo en la tele, pero aunque mis ojos intenten convencerme con poderosa persuasión, ya no les creo. Nuestras ideas y nuestra individualidad han comenzado a ser tan poderosas, que ya ningún líder ni rey externo logra hacernos ver ni creer alguna verdad absoluta.

Sin embargo, hay una línea tan delgada entre la desesperanza colectiva (porque ya no creemos en una ideología, y por nosotros mismos tampoco logramos entender hacia dónde se dirigen las cosas) y las verdades autoritarias. La conciencia de lo que realmente está pasando alrededor del mundo -no en el alienado mundo de Bilz y Pap- es lo único que nos puede ayudar.

El vacío puede ser lo que más nos agobia en la vida, carecer de un pensamiento claro que nos guíe con la esperanza de un mundo mejor. Sin embargo, justo ahí es donde se puede gestar un nuevo futuro, por la necesidad de llenar esa desesperanza. Porque algo tiene que haber. Un proyecto, una familia, un viaje, un trabajo, un sueño, una meta, una casa, algo, porque así estamos hechos. Pero ¿nada? ¡por ningún motivo! Sin una meta, la vida pierde sentido. Sin una imagen colectiva de un futuro mejor, el mundo pierde su esperanza.

La carencia nos está embargando porque nuestro pensamiento no logra vislumbrar hacia donde nos dirigimos. La razón ya no encuentra respuestas, sin embargo, es una preciosa oportunidad para preguntarnos en qué mundo queremos vivir, cuál es el propósito de nuestra existencia.

Podría ser entonces que de pronto, sin ninguna causa más compleja que la acción en sí, una tarde cualquiera, en parques, plazas y esquinas alegres, la sociedad comience a observarse con reflexividad, conciencia y amor, e intente escuchar, de la boca y corazón de todos, hacia dónde debe dirigirse, sobre la nueva sociedad que anhela, la nueva esperanza.

Porque individualmente no encontramos la respuesta, no vemos una salida, el exit está borroso. La niebla ha cubierto a muchos, y no sabemos hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos. Sí lo sabemos en lo individual, tal vez, pero al final, en ese punto de la utopía que siempre mantuvo a la sociedad en constante desarrollo y avance en pos de un futuro mejor, vemos que las puertas en vez de abrirse, parecieran cerrarse.

Y sin embargo, en relación a los avances de la ciencia, economía, etc. ¡Estamos mejor que nunca! ¡Lo tenemos todo! ¡Podemos tener lo que deseamos si nos esforzamos! ¡Lo podemos saber todo si investigamos! Hemos alcanzado, como humanidad, tantas cosas materiales, que se ha acabado el espacio para una nueva esperanza.

Primero deseamos, segundo pensamos, tercero actuamos y cuarto construimos. ¿Y cuál es, entonces, el cero? La sociedad moldea nuestros pensamientos, y nuestros pensamientos moldean a la sociedad, son inseparables.

Para quien construye en su pensamiento el mundo y para la sociedad que moldea el pensamiento de las personas, si queremos avanzar, debemos construir o un pensamiento que nos influya, o bien, una sociedad que nos influya, única herramienta con que cuenta el ser humano para avanzar y evolucionar.

Todos Deseamos un mejor futuro para el mundo, pero nadie sabe bajo que pensamiento alinear este objetivo.

Construyamos entonces el entorno y la sociedad que deseamos, que sea capaz de influir en el pensamiento que queremos alcanzar, aunque aún carecemos de él con claridad; si la razón no logra vislumbrar ese futuro, que las acciones de la sociedad nos influyan para alcanzar ese pensamiento de forma colectiva. Lo único que tenemos claro es que éste no puede sustentarse más sólo en el individualismo, sino en el bien común, colectivo.

Deseemos un mundo mejor, pensemos qué queremos aunque no sepamos cómo alcanzarlo. Comencemos entre todos a construir esta imagen futura que solos somos incapaces de imaginar, ningún grupo selecto o individuo aislado tiene ya ese poder, es hora que juntos lo construyamos, porque ningún político o iluminado será capaz de hacerlo.

Tomemos las astas, juntémonos, comencemos un nuevo proceso en nuestra sociedad, trabajemos para definir qué queremos, cómo alcanzar un mejor futuro, y finalmente, tras un arduo esfuerzo colectivo de discernimiento, podremos visualizar realmente y construir a través de alguna forma que aún no descubrimos, ese mejor futuro, ese lugar y espacio que todos anhelamos.

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