El mes en que la Tierra se volvió loca

por ERIC NICOLAIEVSKY, Egresado de Psicología, PU. Católica. Est. MA en Psicología Laboral Organizacional.
 
Puente de comando de la nave nodriza Guskah, uno de los principales cruceros científico-militares de invasión Voggax. El capitán Husk-Umn, expectante en la mesa de mando, no comprende por qué los monitores no han comenzado su presentación: científicos encargados de monitorear especies inferiores y determinar si son aptas para la conquista voggaxiana).
Husk-Umn sorbió la mucosidad de su nariz de manera estruendosa para llamar la atención de los monitores, quienes dándose por vencidos en tratar de ganar unos instantes más de tiempo cuchicheando entre ellos, dieron inicio a la presentación de informe.
El primero en hablar fue Mum-Grask, monitor jefe y el encargado del “Proyecto Tierra”: “Muy bien señor, como ya sabe, hemos estado monitoreando la actividad del planeta TK-6490, al que nos referimos como Tierra, por el período de un Sendar…” (Unidad de medida temporal voggaxiana equivalente a 57 días terrestres).
El capitán Husk-Umn levantó una de sus cuatro manos para interrumpir al científico: “Mire Grask, no está aquí para decirme lo que ya sé, sino lo que no. Salte directamente a las conclusiones si no quiere ser comida de Wargar” (bestia genéticamente modificada, nada agradable ser su alimento).
Las orejas o cuencas auditivas del monitor jefe se dilataron vertiginosamente (manifestación física común en reacción al miedo) y se apresuró a continuar con toda velocidad; “¡Señor, ese es el problema; en todo este tiempo, no hemos podido llegar a ninguna conclusión sobre el errático comportamiento de los humanos!”. El salón quedó en silencio. En toda la historia voggaxiana, nunca se había producido esta situación.
Luego que el aturdimiento calara hondo en la estructura ósea líquida del capitán, el científico se dispuso a seguir: “Durante la primera mitad del Sendar de monitoreo, los humanos (especie dominante de su planeta) presentaron un comportamiento bastante normal para las civilizaciones de su nivel de evolución y desarrollo”. Acompañando las palabras del científico, el simulador de hologramas desfilaba imágenes de humanos realizando su vida cotidiana.
“Sin embargo, hacia la segunda mitad del período de observación, sin identificar bien las causas, se produjo un cambio simultáneo en todo el planeta.” Las imágenes del simulador de hologramas cambiaron para mostrar secuencias extrañas en que dos grupos de hombres (humanos macho), vestidos de igual manera para denotar su pertenencia a determinado grupo, se disputaban el control de una esfera sobre un campo de vegetación uniforme. “Al parecer la esfera, a la que llaman Brazuka (Los presentes omitieron una risa dado que “brzka” es una mala palabra en lengua voggaxiana) tiene un significado simbólico especial para los humanos, y probablemente esté relacionado al culto de alguna divinidad o algo parecido”.
En ese momento, intercedió uno de los otros monitores en la sala: “Dado el nivel de fanatismo que se registró, detectado en los niveles de cobertura comunicacional, esta explicación tendría sentido en civilizaciones más precarias que presentan menor desarrollo intelectual y de razonamiento, pero es inconsistente con el estado actual de esta especie”. Mum-Grask retomó la palabra: “Según el análisis de los registros semánticos, pareciera ser que se trata de una actividad recreacional o de entrenamiento físico de algún tipo”. (Los conceptos de “juego” y “deporte” no existen en la lengua y cultura voggaxiana).
El capitán Husk-Umn preguntó: “¿Y cuál es el problema? ya hemos conquistado muchas civilizaciones que realizaban algún culto religioso o tenían patrones recreativos colectivos”. Y otro monitor respondió: “Pero nunca habíamos obtenido lecturas como estas… en determinado momento en que dos grupos se enfrentaron, uno de los humanos (al que marcaron “19” de su sistema numeral) logró hacer que la esfera traspasase uno de los rectángulos que están en los extremos del terreno para enfrentarse. En ese momento, los sensores emocionales (con que monitoreamos la actividad afectiva del planeta) casi explotan de sobrecarga de datos. Mientras que a 8,23 parmex de distancia se detectó una baja emocional masiva, a 23,55 parmex se detectó un alza en sentimientos de alegría y euforia de la misma manera”. (Un parmex es una unidad longitudinal voggaxiana que equivale a 4,25 kilómetros terrestres).
El jefe de los monitores cerró la presentación mientras imágenes de diferentes humanos, vestidos de igual manera que los que se enfrentaban por la esfera en las imágenes anteriores, se lamentaba o celebraba: “¿Qué no lo entiende? Los habitantes de este planeta mandan a sus más aptos representantes, de todas partes, para que se enfrenten en pequeñas batallas que se disputan como si fueran a muerte, pero que no repercuten en nada. Los humanos presentan una serie de comportamientos irracionales e inexplicables alrededor de este hecho que los hace una especie impredecible y, por lo tanto, una amenaza con la cual no es recomendable hacer contacto. ¿Imagínese con que ferocidad lucharían contra nosotros si tratáramos de invadirlos, sí son capaces de darlo todo y superar sus límites por algo que no tiene ninguna relevancia?”
“Comprendo”, dijo el capitán luego de un prolongado silencio, “Damos por concluido entonces el “Proyecto Tierra” y abandonamos toda intención de invadirlos por ser una amenaza impredecible para los voggaxianos. ¡Se levanta la sesión! Fijemos el rumbo al siguiente planeta en la lista”.
Mientras la sala de mando se desocupaba y la nave Guskah se ponía en dirección al siguiente planeta, el capitán se acercó al científico jefe y le dijo, casi como en una confidencia: “Sin embargo, Mum-Grask… sería interesante seguir estudiando esta actividad recreacional en la que los humanos se enfocan… por curiosidad científica, claro… tal vez podríamos organizar una de estas batallas entre los integrantes de la nave. ¿Quién sabe? quizás esta actividad también sea de gusto de los vogaxxianos después de todo, ¿No?”.

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