La criminalización de los conceptos

por ALEJANDRO BEREZIN, Est. Ingeniería Comercial, U. Adolfo Ibáñez. Shnat Hajshará Majon LeMadrijim Hashomer Hatzair.
 
Generamos estereotipos y barreras prejuiciosas, sin bases ni argumentos, para diferentes aspectos de la vida: frente a las personas, las ideologías, las etnias, los sistemas, frente a todo. Sin embargo, el prejuicio más grande que existe en la actualidad, con una masificación de carácter brutal que nos lleva subconscientemente hacia el sometimiento total, es la criminalización de los conceptos.
Este fenómeno ocurre día a día, sin excepciones, de forma involuntaria, no hay quien se salve. Surge desde el fondo de nuestra formación y es la manifestación de nuestros paradigmas. Tachamos un concepto de “bueno” o “malo”, sin pasar por una reflexión previa, más como un fenómeno social que como algo personal. Esto genera una ceguera casi imperceptible, pues cualquier enunciado que acompañe al concepto criminalizado, será marcado como “malo”.
Esto es una amenaza que, si no advertimos pronto, culminará en el sometimiento de las sociedades frente a un sistema que se fortalece con la automatización de los juicios de los individuos (automatización dentro de los márgenes impuestos por quienes se encuentran en la cima de la pirámide social). Los conceptos de crítica, violencia y revolución suelen ser de los más criminalizados. En cualquier caso, escucharemos automáticamente términos como resentido, comunista, rojo, malo, y el favorito de los medios, antisocial.
La criminalización de conceptos forma una cadena interminable en que un concepto criminalizado nos lleva a criminalizar otro, connotando negativamente conceptos que en tiempos pasados fueron fundamentales para nuestros procesos históricos. No es casualidad que todos los conceptos criminalizados tienen que ver con el cambio en el sistema imperante.
La criminalización de conceptos se convierte en el arma más poderosa de las elites para que las condiciones en las que vivimos no logren cambiar. Si dejamos de poder hablar de revolución, de violencia y de crítica, estamos abriendo camino a una sociedad estancada, sin diálogos por el cambio. La inoperancia política se tornará común, atrapados por el resto de la historia. Cuestionemos más nuestras percepciones antes de formarnos una opinión.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *