El impresentable nuevo gobierno de Israel

por RODRIGO REMENIK, Sociólogo, PU. Católica de Chile. MA en Historia de América Latina, U. de Tel Aviv. Representante para la Unión Mundial de Meretz en América Latina. Ex-Sheliaj de la Agencia Judía para Hashomer Hatzair en Buenos Aires, Argentina.
 
Hace ya 100 días, Netanyahu comenzó el actual proceso eleccionario como candidato único a ocupar el puesto de Primer Ministro como caballo ganador, sin embargo, a medida que fueron pasando las semanas, su aura dorada se iba apagando, llegando a marcar 19 escaños para la Knesset en las encuestas. Pero como el ave fénix que resucita de sus propias cenizas, Bibi se volvió a vestir de mago (sobrenombre conocido en los ´90), y en pocos días, invirtió una tendencia que parecía irreversible, obteniendo la increíble cifra de 30 escaños.
Muchos dentro del propio Likud se reservaban el secreto deseo que Netanyahu y el Likud sufrieran en estas elecciones un duro tropiezo, y así entregarle el mando a las nuevas generaciones de líderes likudnikim humillados por Bibi, entre ellos por muchos esperado el ex –ministro Guidón Saar. Sin embargo, este triunfo le da a Netanyahu carta blanca para seguir menospreciando a sus correligionarios por mucho tiempo más.
Este triunfo le da a Netanyahu la posibilidad de formar un gobierno ultraderechista de 67 mandatos, basado en el Likud y otros 5 diferentes partidos, cada uno de ellos con profundos odios a la persona de Bibi, y con hondos resquemores a los otros partidos. Estos odios seguramente se acallarán en un primer momento, sometidos al gran poder que acumuló el actual (y futuro) Primer Ministro, sin embargo, se alimentarán en silencio y esperarán el momento oportuno para estallar y devolverles los votantes que les fueron arrebatos.
Además del Likud, el segundo “socio” sería el partido nacionalista –religioso “Hogar Judío” que aportaría 8 parlamentarios a la coalición ultra derechista. Pero Naftalí Bennet, su líder, es persona non grata en la casa Netanyahu, y el principal afectado de la campaña caníbal que llevo a cabo Bibi en los últimos días. De 16 electores que poseía en un momento en las encuestas, bajó repentinamente a la mitad.
El tercer y cuarto socio son los dos partidos ultraortodoxos que compondrán el parlamento israelí (el tercer partido en disputa, Iajad” de Eli Ishay, no obtuvo el mínimo para entrar al parlamento). Tanto Iahadut Hatora con 6 electores, como Shas con 7 mandatos, han manifestado su decepción con Netanyahu en diversos momentos por la nueva Ley de Reclutamiento que establece sanciones penales para aquellos religiosos que no se presenten a hacer el Servicio Militar Obligatorio.
El quinto y sexto “socio” serían los partidos “Todos nosotros” (“Kulanu”) de Moshe Kajlón con 10 mandatos, e “Israel Beteinu” del ultranacionalista Avigdor Liberman con 6 parlamentarios. Ambos líderes fueron en el pasado reciente estrechos colaboradores de Bibi, sin embargo, son hoy fervientes opositores al mismo. Kajlón basa su oposición al “olvido” que sufre el Likud bajo su actual cabecilla de los temas sociales que en el pasado fueron su bandera de lucha. Liberman, en que el gobierno de Netanyahu, del que formó parte como Ministro de Relaciones Exteriores, no utilizó la suficiente fuerza para derrotar al Hamas en la última invasión a Gaza.
Un gobierno de estas características posee un sinfín de dificultades. El alto número de pequeños partidos que lo componen lo hace altamente inestable e implosivo. Además, es impresentable a nivel internacional, lo que aumentará las presiones de parte del gobierno de Obama a realizar concesiones a favor de los palestinos, cosa impensable para una coalición de estas características.
La fuerza de este posible gobierno se encuentra en su propia debilidad. Es un gobierno de los perdedores de las elecciones, y como tal, los instintos de supervivencia pueden hacer superar sus propias contradicciones internas. Seis pequeños planetas girando alrededor de un gran sol que parece inagotable. Seis pequeños enanos sirviendo los caprichos de Netanyahu.
Como israelíes, sumergidos en nuestros innumerables problemas y preocupaciones, no podemos ver las terribles consecuencias que tiene un gobierno en choque contra las principales potencias del mundo occidental, además del mundo árabe. Estamos tan cerca que no podemos ver el contexto. Sólo desde afuera, nuestros amigos del mundo con su crítica nos pueden sacar del trance en que nos encontramos, y ayudarnos a vernos desde una perspectiva más amplia, liberándonos de nuestros miedos y traumas. Es urgente que la sociedad israelí abra los ojos.

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