Los jóvenes de hoy, ¿desastrosos?

por NURIT BECKER, Est. de Educación Especial, U. de las Américas. Directora, Federación de Jóvenes Judíos de Latinoamérica (FeJJLA). Directora de RREE, Federación Mexicana de Jóvenes Judíos (FeMeJJ). Jefa de Juventud y rescatista del Go Team, CADENA A.C.
El pasado 19 de septiembre, el suelo mexicano se sacudió como no lo hacía en 32 años, haciendo a los jóvenes sentir por primera vez un sismo que destrozó la capital, colapsando edificios, casas, hospitales y hasta escuelas completas. Los jóvenes de hoy, «la generación perdida”, la que no sabe trabajar, dejaron a todos sin palabras.
La juventud, acusados de ser la generación que va a acabar con el mundo como lo conocemos, aquella que cada día está peor, que no tienen ojos para ver por el prójimo, a los 7 minutos estaba inundando las calles para ayudar, sin conocer al que estaba al lado, armando una cadena donde la ayuda iba de mano en mano, cada uno dejando una parte de ellos para salvar una vida. Nada detuvo el trabajo que estos jóvenes estaban realizando, más de 24 horas sin comer, incontables situaciones de riesgo, días enteros sin dormir.
Levantando el puño se generaba un silencio alrededor del colapso, puño indicador de esperanza, fuerza y de seguir trabajando. Se volvió el símbolo que no hay que rendirse, de unirse para salvarle la vida a alguien. El puño del respeto, silencio y esperanza, fue de los jóvenes diciendo «estamos aquí y no vamos a parar hasta encontrar a todo aquel que se encuentra atrapado».  
En 1985, los jóvenes tomaron nuestra ciudad. Durante años, se pensó que, si volvía a suceder algo así, los nuevos jóvenes no saldrían a ayudar, pero para la sorpresa de todos la respuesta fue todavía mayor: grupos de jóvenes voluntarios organizados, como el equipo de rescate “Go team” de la ONG CADENA A.C, de la comunidad judía de México.
Una de las características más evidentes de nuestra generación es el uso de la tecnología y redes sociales. Se nos acusa que estamos ensimismados en esta pantalla, que nos enajena de la realidad, que nos hemos vuelto extremadamente superficiales e individualistas. La empatía y el contacto con los otros ha sido reemplazado por relaciones virtuales basadas en una banal promoción individual de la vida que queremos proyectar al construir nuestro propio perfil virtual. Pero las redes sociales cuentan con un alcance inmediato a millones de personas, y dentro del terremoto fueron sumamente importantes para el rescate de personas. A través de ellas, se daba la información sobre lo que era necesario en cada localización del país, logrando que segundos después el material solicitado llegara al sitio requerido. Las redes sociales fueron de gran importancia para hacer conciencia internacional y solicitar ayuda de otros países, gracias a que la gente estaba informando constantemente la situación, generando presión dentro de los diferentes gobiernos para estar presentes, uniéndonos como países frente a la crisis humanitaria.
La pieza clave durante estos días devastadores fueron todos estos jóvenes que salieron a la calle y dieron luz al desastre, donde la ayuda sobró, donde nadie pensó que alguien saldría a ayudar sino que los «millennials» nos íbamos a quedar en la comodidad de nuestro sillón. Este terremoto no sólo cambió a un país sino a todas las personas que criticaban a la juventud. Los jóvenes demostramos que siempre hay esperanza para la transformación del futuro.
La sociedad en la que vivimos es una sola, y ante un desastre, somos todos uno mismo, estamos dispuestos a arriesgar la vida por alguien que no conocemos. Esta es la juventud mexicana, el futuro de nuestro país, y los jóvenes judíos mexicanos somos parte de este grupo activo de personas que buscamos dar el ejemplo en nuestra sociedad.
Foto: Ronaldo Schemidt/AFP/Getty Images

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