Anajnu Veatem premiada por 46 años de trayectoria
por ILAN PODBILEWICZ, Est. Gastronomía y Ciencias de los Alimentos, Centro de Estudios Superiores de San Ángel. Ex Rosh Ken Hanoar Hatzioní. Comité de Desarrollo Comunitario, Federación Mexicana de Jóvenes Judíos FeMeJJ. Director coreográfico Anajnu Veatem.
Recientemente, Anajnu Veatem fue galardona con el Premio Raíces de la Federación Mexicana de Jóvenes Judíos por su incansable labor por promover y compartir la identidad y cultura judía a través del arte. Este reconocimiento significa mucho para todos los que pertenecemos a la Compañía, ya que nos recuerda que no sólo bailamos, sino que somos judaísmo vivo y en movimiento.
Actualmente, somos más de 40 bailarines. Anajnu se ha destacado por presentar obras inéditas de excelente calidad, con carácter moderno, pero al mismo tiempo tradicional, respetando los orígenes y objetivos de su creación. Así mismo, la Compañía ha resultado ser el semillero principal de varios de los coreógrafos que hoy en día se dedican a la danza judía y otras, provocando no sólo amor por la danza, sino también un legado y una continuidad.
Bailar no es sólo mover el cuerpo durante una coreografía, ni tener la mejor técnica o el mejor coreógrafo; es una de las formas más íntimas de poder expresar y transmitir un sentimiento. Al bailar, no sólo damos vueltas, brincamos o nos estiramos, también sentimos, expresamos y vivimos el momento. Anajnu Veatem, que significa en hebreo “Nosotros y Ustedes”, es un grupo de jóvenes que, a través de la danza, expresan su amor por el arte, por sus raíces y por su comunidad, disfrutando intensamente.
La Compañía fue fundada en 1971 por Carlos Halpert Z’’L, quién dirigió al grupo por casi 14 años y logró unir a varios bailarines de la comunidad para llevar a esta compañía a muchos foros del país, e incluso a giras internacionales. Hoy en día, con 46 años de existencia, Anajnu -como se le conoce con cariño- está posicionada como la compañía representativa de la comunidad judía mexicana a nivel nacional, llevando nuestras tradiciones y danzas a los rincones menos conocidos del país, así como a los más grandes como el Palacio de Bellas Artes, el Teatro de la Ciudad o el Cervantino, entre otros.
Carlos Halpert Z’’L decidió tomar la responsabilidad de crear algo más que un grupo de danza, ya que al ver el efecto que tenía en los jóvenes de la compañía, quería crecer esa magia que se vivía en los escenarios. Creó un foro en el cual todas las comunidades, escuelas y movimientos juveniles de la comunidad pudieran presentarse y concursar con piezas de danza y cantos de Israel; el Festival Aviv, que posteriormente se convirtió en el festival de danza judía más importante de México, en donde cientos de participantes de todas las comunidades, escuelas, tnuot y academias de danza se presentan anualmente ante más de 3000 espectadores.
El Festival Aviv ha sido responsable de impulsar a cientos de jóvenes a crear grupos de danza e incluso academias que hoy en día representan gran parte del arte judeo-mexicano. Este Festival es uno de los momentos más importantes del año para la juventud judía mexicana, lo que se vive para todos en el escenario es algo mágico. El agotamiento del proceso, el máximo esfuerzo, la motivación y el aliento, todo lleno de emociones y nerviosismo.
El movimiento dancístico en México ha sido un pilar importante en la educación de miles de jóvenes. A través de la danza y de las temáticas de los festivales, conocemos los ritos, tradiciones y elementos culturales de nuestro pueblo, ayudando además a que los jóvenes encuentren su pasión en actividades saludables y formativas, fomentando ambientes de convivencia sana y divertida.
Todos los que disfrutamos de bailar y hemos pisado un escenario sabemos lo que significa, lo que se siente esta pasión, lo que es transformarte y olvidar quién eres por unos momentos. Yo no soy un bailarín profesional, pero he visto como el movimiento de danza judía en México le ha cambiado la vida a miles, y cómo también cambió la mía. Estoy orgulloso de formar parte de este fenómeno cultural y de esmerarme día a día por darle continuidad.