El Erotismo como una herramienta de supervivencia que debemos desarrollar.

por CLAUDIA ABELIUK, Lic. en Artes Plásticas, U. Finis Terrae. Magíster en Gestión Cultural Aplicada, U. del Desarrollo, Centro Cultural Matucana 100. Curadora Museo Itinerante del Holocausto, Santiago, Chile.

No hemos dimensionado la importancia de nuestros cuerpos. Medimos el relato histórico por los actos de las personas, no así por su materialidad corpórea, aquella “vestimentaria carnalidad” que lleva arraigada consigo el dolor, la felicidad, la angustia, la experiencia de cada individuo que es vivida y prendida en su cuerpo. Me refiero a nuestras emociones o, en un sentido más extenso, nuestra vida espiritual y psíquica. Estas son las cosas que componen nuestra vida, ellas reflejan las cosas que más nos importan, ya que son vivencias del cuerpo. El drama humano es, antes que nada, somático y el cuerpo, motor esencial para la dinámica cultural.

El cuerpo y corazón unidos dan como resultado lo que llamamos erotismo que es la búsqueda del ser interior, una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía. Georges Bataille en su libro El Erotismo enuncia: “somos seres discontinuos, individuos que mueren aisladamente en una aventura ininteligible; pero nos queda la nostalgia de la continuidad perdida…, esa nostalgia gobierna y ordena, en todos los hombres, las tres formas del erotismo: el erotismo del cuerpo, el erotismo de los corazones, el erotismo sagrado”. Bataille dice que en los tres casos de erotismo se trata de sustitutos del aislamiento del ser, su discontinuidad, por un sentimiento de profunda continuidad.

El erotismo es el querer ser un yo continuo, un yo soy el otro, hay un deseo de alteridad, deseo intrínseco, profundo por la continuidad a través del otro, puesto que todos los seres humanos buscamos prolongarnos en el otro, extender nuestra identidad.

De ese anhelo de dejar constancia de uno en el otro, de ser recordado en el otro, o de su anhelo como lo que otorga identidad, un «hogar sólido» que fortalece al hombre, se desprende el «otro»; según Derrida, no somos otra cosa que un vínculo con la diferencia. Rimbaud instituyó a la palabra “Yo” el significado de “Yo es un otro”. Estamos sujetos a la alteridad, el movimiento que se dirige hacia lo otro sin volver jamás a lo mismo. En pocas palabras: «somos rehenes del Otro». El erotismo señala una otredad, volver a lo Mismo pasa a ser un retorno a lo Otro.

El contexto cultural determinará la experiencia erótica tanto en el espacio íntimo como público, por ejemplo, existen estudios que indican que en países de post guerra o post dictadura, estas experiencias conllevaron a una inhibición del deseo. Claramente no es el mejor escenario para que surja o se desarrolle el erotismo en las personas.

En el marco de lo cultural, el sexo se pone de manifiesto como la realidad concreta de nuestra coexistencia. El erotismo es una actividad exclusivamente humana y no animal como el sexo. El sexo tiene como finalidad la reproducción, el erotismo no. Sin embargo, su sentido es esencial ya que la reproducción significa dar vida a seres discontinuos (todos somos diferentes) y el erotismo busca esa continuidad del ser.

Las culturas prehispánicas o precolombinas veían a la sexualidad desde su propia cosmogonía. El cuerpo humano, el erotismo, estaba estrechamente vinculado en relación al universo y sus deidades, el cual se hacía manifiesto a través del rito.

A la llegada de los conquistadores, ellos quedaron impresionados con ciertas prácticas sexuales de los pueblos originarios, juzgándolas de perversas, como por ejemplo la enseñanza de la masturbación, los rituales de iniciación, el homosexualismo y ciertas posiciones del coito así como el sexo oral, como parte del juego amoroso.

Para los pueblos precolombinos, el sexo no era algo condenable ni vergonzoso. Fue desde la llegada de los españoles cuando se consideró a estas prácticas como inmorales.

Desde entonces que Latinoamérica ha tenido que reinventarse, desde una sociedad más conservadora, prohibitiva, con fundamentos en el credo cristiano que considera al sexo únicamente como un vehículo para reproducir dentro de un matrimonio sagrado, es decir, representa todo lo contrario de Eros y Tanatos, vida y muerte, cuerpo y alma, éxtasis.

Y hoy estamos insertos en una sociedad de consumo, de provocación sexual pero no así de erotismo, una sociedad estresada, depresiva, sin tiempo para nada, violenta y machista. En un espacio con estas condiciones que inhiben todo tipo de erotismo, ¿cómo damos cabida para abrirnos a nuestros deseos más íntimos?

El erotismo es la poesía del sexo y el cuerpo es territorio para el deseo y no para fundar la violencia.

En la actualidad, vivimos bajo la única religión imperante que es la del dinero, y con ese credo todo se vuelve violencia. Nuestra Latinoamérica,  siempre considerada como territorio poético, de donde ha surgido una vasta e importante literatura erótica, está perdiendo su esencia.

El erotismo es sin duda un arma para derrotar la violencia. El erotismo rompe el miedo, da poder, deseo, vida y muerte, no reprime, no aburre, es transgresor, el recurso quizás más potente que hemos inventado, ¿por qué no lo usamos?

Si fuésemos mas eróticos seriamos menos violentos. El erotismo despierta los sentidos, y como mencioné anteriormente, devela el deseo de continuidad, de perpetuarse en el otro. El erotismo es la expresión de una cultura: cada individuo  desarrolla el erotismo según la experiencia social, pero si no están dadas las condiciones para ello, ¿cómo desarrollaremos nuestro erotismo en un ambiente adverso y reprimido?

Dejo la invitación abierta a que experimentemos más con nuestros cuerpos. A diferencia del animal, somos seres con la capacidad de sentir, de desear, no basta con que cuidemos nuestro cuerpo físico, es esencial que desarrollemos el erotismo que cada uno lleva consigo. Para Julio Cortázar, «El erotismo es ojos más inteligencia, oídos más inteligencia, tacto más inteligencia, lengua más inteligencia, pituitaria más inteligencia, lo demás es pornografía…»

Seamos inteligentes, démosle uso a los sentidos y que nuestro cuerpo sea el mejor aliado. Si todos fuéramos seres más eróticos, estoy segura que disminuiría la violencia, así que vamos por una sociedad de amor, sensualidad y libertad. Una sociedad donde existan transgresiones y no agresiones.

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