Tel Aviv: entre el país de las maravillas y el del nunca jamás.

por MARIANA HERRERA, Actriz. MA en Historia del Arte, U. de Haifa.

 

Situada en la costa mediterránea de Israel, Tel Aviv, es la primera ciudad hebrea moderna, la segunda ciudad más importante del país, considerada su capital comercial y cultural indiscutida. El día de su fundación, el 11 de Abril de 1909 varias decenas de familias se reunieron a las afueras de Yafo, para asignar las parcelas que conformarían el nuevo barrio al que llamaron  Ahuzat Bayit. Muchos de los recién llegados eran judíos europeos de clase media que buscaban construir un entorno que les recordara lo que habían dejado atrás.[1] Pero los años han pasado, y no en vano. Tel Aviv ha desarrollado un estilo único que combina lo mejor de dos mundos: una relajada ciudad costera mediterránea medio oriental, con un ambiente urbano, vibrante y vanguardista europeo.

Tel Aviv posee lo necesario para ser una ciudad apasionante: geografía inmejorable, la ciudad es plana, totalmente apta para recorrerla en bicicleta o caminando; clima envidiable, con 9 meses de sol, y temperaturas aptas para disfrutar de las cálidas aguas mediterráneas, las doradas arenas de las playas telavivenses son una tentación difícil de rechazar. Una carta culinaria digna de las ciudades más cosmopolitas del mundo, la cual ofrece desde el local Falafel, hasta el plato recién estrenado de un joven chef que viene de estudiar con Ferran Adriá… Y obvio, Tel Aviv ofrece más panoramas culturales y artísticos por metro cuadrado que cualquier otra ciudad israelí.

Tel Aviv es la ciudad más cara de Israel, de todo medio oriente, y una de las 30 más caras del mundo, superando aunque parezca increíble, a Berlin, Paris, y New York.[2] Para vivir en un lugar normal, y no en un sótano de dos por dos, los telavivim tienen que desprenderse de una parte importante de su sueldo, y en la mayoría de los casos renunciar a vivir solos, esos son los menos. Tan cuesta arriba se les ha puesto a los telavivim los últimos años, que el 2011 fueron ellos los que movilizaron a todo el país a una de las protestas sociales más recordadas, la «protesta de las carpas». Como olvidar a ese grupo de jóvenes soñadores e idealistas que durante el verano de ese mismo año, se instalaron a vivir en carpas en el exclusivo Boulevard Rothschild protestando por el excesivamente alto costo de vida, y la imposibilidad de comprar casas propias en la ciudad. Sin embargo, ese momento de conexión con lo social y lo real les duró poco a los telavivim, fue como todo en ellos una fugacidad etérea casi trivial.

Tel Aviv, la ciudad gay de Israel; en la cual ser soltero a los 37 es la norma, y casarse (a cualquier edad) es una de tantas opciones; la ciudad de los Start Up, ya lo dijo Obama cuando nos visitó, «Mientras ustedes miran hacia el mundo, el mundo mira a Tel Aviv, aquí es donde están las buenas ideas, de acá salen hoy las patentes innovadoras.» [3] Tel Aviv, la ciudad que no duerme, otro planeta dentro de Israel, no en vano se dice que quien no vive ahí tiene que «llevar pasaporte» cuando la visita. La ciudad en la que todo parece ser posible, porque todas las posibilidades están abiertas, por que no hay límites, y si los hay los pones tú. La ciudad cuya sociedad te dice que no hay edades para realizar tus sueños, el lugar donde la juventud se perpetúa para siempre.

Por si algún día quieres visitarla, cuentan los que la conocen, que Tel Aviv está ubicada entre el país de las maravillas y el del nunca jamás, justo ahí la vas a encontrar.

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