Chita: el exilio zarista para los Decembristas

por JOSE HES, Lic. en Historia, U. de Chile.

 

Ubicada a 6198 km. de Moscú, en la zona de Transbaikal, región montañosa al oriente del Lago Baikal, considerado el lago más antiguo y profundo del mundo, se encuentra Chita, una ciudad no muy conocida a nivel mundial, pero no por eso menos interesante en su historia, cultura y el paisaje que la rodea.

A diferencia de las regiones del Lejano Oriente Ruso, la zona del Transbaikal se presenta más seca. Su paisaje se asemeja a la pampa sureña, especialmente al paisaje de Coyhaique, un pasto amarilloso que cubre las extensas estepas que te llevan directamente al norte de Mongolia. Si te escapas 1 hora de la ciudad, puedes ver hermosos ríos congelados rodeados de arboles que empiezan a florecer en esta época del año.

Al ser una región fronteriza (Mongolia y China), se pueden apreciar distintas nacionalidades que no debemos entenderlas de acuerdo a una lógica latinoamericana, donde se entiende nación=país. Acá existen diversos grupos étnico-culturales como buryats, mongoles, tártaros y, por supuesto, chinos y rusos. La mayoría buryat vive en la región colindante a Chita: la República Buryata, cuya principal ciudad es Ulan-Ude.

Turísticamente, la ciudad no ofrece mucho. Sirve de descanso para quienes vienen en el Transiberiano desde oriente, especialmente desde Khabarovsk (a 58 horas), o desde occidente de  Irkustk (a 16 horas). Existen algunos hoteles de bajo precio y aceptable calidad cerca de la estación, o también se pueden alquilar las piezas de descanso en la misma estación. Éstas se arriendan por hora y son cómodas y económicas.

Si bien Chita no es una urbe turística, ésta si posee una rica historia, no muy conocida, pero muy importante en lo que es desarrollo del antiguo Imperio Ruso y los ideales anti absolutistas que allí se forjaron durante la primera mitad del siglo XIX y que terminaron con el fin de los zares en 1917 con la Revolución de Febrero y luego la Revolución Roja de Octubre.

A principios del siglo XIX, las ideas liberales, el fin del absolutismo y el establecimiento de monarquías constitucionales habían calado hondo en la aristocracia rusa debido a la influencia napoleónica en el Este de Europa y el acercamiento que tuvieron los altos mandos del Ejército del Zar al vencer a Napoleón y penetrar en la Europa Occidental durante 1814. Muchos de estos soldados, pertenecientes a la aristocracia rusa, empezaron a formar sociedades intelectuales en busca de pequeñas reformas que derivaran en una monarquía constitucional y en el fin del vasallaje. Se formaron sociedades en el norte y en el sur; San Petersburgo y Kiev respectivamente.

Con la muerte sorpresiva del Emperador Alejandro I de Rusia, hubo una pequeña esperanza en estos grupos, puesto que quien debía sucederlo en el trono era su hermano Constantino cercano a las ideas reformistas, pero de forma secreta había rechazado el cargo a favor del hermano menor: Nicolás I, quien era reconocidamente seguidor de la tradición autocrática del Imperio Ruso. La muerte de Alejandro se produjo el 4 de diciembre de 1825 e inmediatamente los grupos liberales, autodenominados Decembristas (Dekambrist), se declararon leales a Constantino, confiados en que llevaría a cabo reformas de carácter liberal, pero magra fue la sorpresa al enterarse que él no asumiría en el cargo.

El juramento de Nicolás I fue fijado para el 26 de diciembre del mismo año. Al mismo tiempo, los líderes de los Decembristas decidieron sublevarse y jurar lealtad a Constantino mediante un intento de Golpe de Estado que evitara la asunción de Nicolás I.

Durante esa mañana, se enfrentaron los Decembristas contra las tropas que eran leales al nuevo Zar. Los Decembristas fueron perseguidos, muchos se escondieron en la misma San Petersburgo, otros hacia el sur o en territorio finlandés, la mayoría se rindió. Inmediatamente después, Nicolás I comenzó una investigación acerca de quiénes eran los sublevados, llegando al resultado que la mayoría eran aristócratas contra quienes tomó duras represalias, inclusive contra uno de los personajes más importantes que en el mundo de la cultura ha dado Rusia al mundo: el poeta y escritor Alexander Pushkin, quien estuvo en vigilancia por sospecha.

Durante esta persecución, se decide enviar a 124 de los líderes a Siberia, especialmente a Chita, que en ese entonces era una pequeña aldea. Se les condenó a realizar trabajos forzados y a un traslado a pie por los casi 7000 km. que la separan de Moscú. En esos momentos, solo se sabía que Chita posiblemente había sido la cuna del emperador mongol Genghis Khan.

El aporte de los Decembristas a la ciudad fue notable. El exilio de este grupo fue la primea vez que una elite intelectual y política se instalaba en Siberia. Podríamos decir que cambiaron la vida en Siberia, comenzaron a enseñar lenguas extranjeras, distintas artes y técnicas como la carpintería y albañilería. Fundaron escuelas e introdujeron nuevas formas de cultivo en el campo. Aportes en la medicina también fueron notables.

En 1856, fueron absueltos de sus “crímenes” por el nuevo Zar Alejandro II y muchos de ellos retornaron a la Rusia Occidental, pero otros ya se habían establecido en Siberia. Su sublevación dejó muchas influencias en el mundo de la cultura, ya nombre a Pushikin, pero también Tolstoy y el compositor soviético Yuri Shaporin le dedicaron obras a este movimiento. Cinco años después de la Revuelta se abole definitivamente el vasallaje.

Para muchos historiadores, los Decembristas fueron el inicio del fin del régimen zarista en Rusia. En Chita, existe un notable museo acerca de la historia de este grupo, y en especial de las mujeres, fieles acompañantes de sus maridos en la marcha hacia Siberia y durante los años de condena.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *