Tu vida.com

por ANATH HOJMAN, Est. Literatura, PU. Católica.

 

Para mis abuelos una foto era un evento, había que arreglarse, reunirse, ponerse en posición y asegurar que el resultado fuese un souvenir digno de la memorable situación.

Para mis padres, si bien era algo más común, no dejaba de ser delicado. El momento, aunque fuese espontáneo, debía ser seleccionado, preciso. Se esperaba con incertidumbre el tiempo que duraba el revelado y, finalmente, se abría con ansiedad el sobre alargado y amarillo que contenía las fotos.   Pobre de uno si se le ocurría disparar flashes para todos lados o experimentar con las distintas rueditas y botones del aparato. Ni hablar de curiosear los negativos.

Siendo un poco mayor podía tocarte la suerte de recibir en el verano una Kodak desechable para poder registrar vacaciones en la casa de algún amigo o el campamento de verano. Este era como un rito de pasaje, mediante el cual uno demostraba que era lo suficientemente responsable como para no velar el rollo.

Hoy nuestra vida está registrada en fotos, pero no solo los momentos que elegimos mostrar, sino todo. Quien haya apretado la flecha izquierda en lugar de la derecha cuando se encuentra en su primera foto que presenta Facebook sabe que hoy en algunos clics podemos reconstruir nuestra historia. El carrete del que no te acuerdas, tus últimos días de colegio, tu fiesta de graduación, varias de tus parejas y sus correspondientes remember se encuentran hoy disponibles para quienes las quieran ver registradas, no solo por ti, sino también por quienes te rodean, como formando parte de una narración colectiva.

Quedan las fotos y con ellas los comentarios, los eventos a los que fuiste, los amigos con quienes te juntabas, los lugares que visitaste. Somos capaces de volver a esos recuerdos de una manera enloquecedoramente precisa y, es más, los hijos serán capaces de reconstruir el pasado de sus padres sin omisiones de por medio.

No deja de alucinarme la idea de esta eterna bitácora atemporal que almacena nuestra historia sin siquiera darnos cuenta, y es que, sin importar cuál sea la red social de moda en los distintos momentos a través del tiempo, la información que dejemos en ella pasa a ser imborrable.

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