#naovaitercopa
por ALLAN BORTNIC, Dirección Audiovisual, PU. Católica.
Cualquiera que haya leído a lo menos un reportaje sobre el funcionamiento de la FIFA (Fédération Internationale de Football Association), habrá aprendido que es una institución que, en sus más de 100 años de historia (se fundó el 21 de mayo de 1904), ha tenido, a lo menos, más de un evento ética/financiera/moral/humanamente reprochable. Eso es por lo bajo. Por lo alto, ha sido acusada de ser cómplice de dictaduras, de gozar de paraísos fiscales, corrupción, plagio, fraudes, manipulación de cifras, etc.
Siendo la institución con más países asociados, un total de 209 países y/o territorios, no sería extraño dimensionar que, por sobre otras organizaciones como incluso la ONU, FIFA es probablemente más poderosa de lo que podamos imaginar. En la historia de la FIFA, no han ocurrido casos emblemáticos de descubrir malas prácticas lo suficientemente poderoso para derrocar a presidentes de la institución, incluso cuando se evidenciaba la cercanía de los jeques árabes con la institución y países históricamente poderosos exigían respuestas, como cuando el ministro del Interior y Deportes alemán, Thomas Maiziere, señaló “la FIFA debe aclarar las acusaciones de corrupción”), la cual se dio el lujo de guardar silencio.
Ahora viene el mundial de Brasil 2014. Desde la Copa de Confederaciones que se celebró en junio de 2013, las marchas están reclamando injusticias como expulsar de sus viviendas a cerca de 250.000 personas o amenazarlas de desalojo por las obras del Mundial, o de incentivar violaciones de derechos y mal uso de dinero público en los países que reciben el evento, titular de las noticias de países alrededor de todo el mundo. La FIFA incluso ha sido nominada al “Nóbel de la vergüenza”[1], respondiendo la institución: “La FIFA nunca ha solicitado desalojos o reasentamientos de nadie en Brasil para levantar la infraestructura para la Copa del Mundo ni tampoco es un requisito. La FIFA está consciente que su responsabilidad va más allá del desarrollo del fútbol y de la organización de nuestras competencias. Sin embargo, hay límites para una organización como FIFA para intervenir en el proceso de planificación a largo plazo de una ciudad o estado.»
A comienzos de este año, en São Paulo ocurrió una marcha públicamente reconocida como la primera acción anti-mundial del 2014, justo en el día que la ciudad celebraba su 460avo aniversario. La gente está irritada con la idea de ser anfitrión de la Copa del Mundo. Les irrita la idea de miles de hinchas sobrepoblando las calles y orinando la cerveza oficial del torneo en las paredes de sus casas durante un mes. Pero el mayor reclamo se repite. El alto costo de la construcción de infraestructura que albergue a los turistas mundialeros da rabia cuando las necesidades locales para la pobreza son desatendidas. Para calmar el ambiente, el gobierno creó tres sitios donde los ciudadanos pudiesen seguir los gastos. Desafortunadamente, este intento de transparencia fue una desilusión, pues el sitio es difícil de utilizar, además de entregar información que frecuentemente entrega datos que se contradicen, es equívoca o intenta engañar.
La marcha arrojó 128 detenidos que fueron llevados a interrogación, según la policía local. Además de alentar a la verde-amarela, un importante movimiento social se ha llevado al pecho la idea de arruinar el mundial. Con campañas virtuales, sociales y organización de constantes marchas, parece ser que el gobierno está comprendiendo el nivel de problema que se viene. La presidenta Dilma Rouseff asegura un mundial lleno de éxito y seguridad, mientras que la policía federal organizó un paro para el 21 de mayo. Los BOPE (el batallón de operaciones especiales) estarán controlando las favelas, y los reclamos de violación de derechos humanos están siendo material de documentales clandestinos (https://www.youtube.com/watch?v=vb1jdvkRWog).
El final de esta historia es obvio. El mundial se va a realizar sin problemas. Habrán violaciones de los derechos humanos como los ha habido a lo largo de la historia (o desde el día que fueron inventados) y a lo ancho de todo el mundo, y tanto el presidente de la FIFA como la presidenta de Brasil catalogarán el evento como “un éxito.”
O a lo mejor sucede algo inesperado. Lo mejor es que todos estaremos con el televisor prendido, observando mientras sucede.
[1]Public Eye Awards o como se les conoce coloquialmente “los Nobel de la vergüenza”. se llevan a cabo desde el año 2000, en contraposición al encuentro anual del Foro Económico Mundial (WEF) en Davos. Los Public Eye Awards galardonan a aquellas empresas que no muestran una responsabilidad para con el hombre y el medio ambiente. Es coordinado por las organizaciones Greenpeace y Declaración de Berna.
Que relacion hay entre la evidente corruptela de la FIFA y el descontento social de Brasil que se manifiesta con ocasion del mundial, no por el mundial en si, sino aprovechando la vitrina???