Trenes Bravos
por AMIT KNUST, Est. Psicología, U. del Desarrollo.
El cambio será una constante en la reiteración de las diversas transformaciones del ser humano a lo largo de su vida. Poco a poco, el cambio se ha ido incorporando al entendimiento psíquico, social y emocional del hombre, hasta llegar al eslogan “el cambio es lo único constante”. ¿Qué mutaciones suceden en el desarrollo evolutivo del individuo?
Los lactantes experimentan una gran cantidad de transformaciones, desde la separación del vínculo afectivo (apego), a los primeros pasos que dan pie a la exploración del entorno, hito crucial para el desarrollo de un sentimiento de confianza con el mundo, ese tan distinto a la guata de la mamá.
Una vez caminando, conocen el mundo y nuevos amigos, con los cuales comienzan a intercambiar juguetes y formas de realizar actividades. La disminución del egocentrismo, y la atribución de mente a los demás, es un cambio importante que le permite al infante comprender que hay otros allá afuera distintos a él y que no es el único en el mundo (teoría de la mente).
Cambiando de etapas y cursos, los cambios biológicos se comienzan a ver de forma dis-armónica. Para ellos, con la aparición del clásico mustache y la espermarquia. Y para ellas, con el ensanchamiento de caderas, la aparición del botón mamario y la menarquia. Todas estas transformaciones, si bien comienzan en el cuerpo, terminan en la cultura, allá afuera, removiendo la autoestima del joven bar-mitzvah y tornándolo lábil, irascible y muy impulsivo, ya que le cuesta adaptarse a su nuevo cuerpo y debe realizar sus primeros duelos, por su cuerpo infantil perdido, por los padres idealizados, entre otros.
Cuando se detiene la maduración biológica, entra en juego lo psicológico, la personalidad, y el joven va buscando formas de hacerle frente a todos los cambios vividos. Primero, se va peleando con los padres y los busca vencer en la mente, utilizando rasgos narcisistas, creyéndose grandes para salir a la calle y chicos para estudiar y cumplir con sus responsabilidades (sueno como un abuelo). Posteriormente, se une a grupos de amigos que son necesarios para la confección de una identidad, ellos los apoyan, escuchan las historias de sus primeras aventuras con el sexo opuesto y comparten las primeras piscolas.
El desarrollo de una personalidad estable consta de variables como la autoestima o la valoración que tengo de mí mismo y del autoconcepto o quien creo que soy, para así dar paso a la identidad, un concepto social que nos representa y nos permite interactuar con otros, sin perder de vista ideales, sueños y metas.
Así, el cambio de salir del colegio, viajar, entrar a la U, cambiar pololas, salir de la U e ir definiendo un rumbo tentativo que me oriente hacia mi lugar en el mundo, va reflejando qué tan clara o difusa es nuestra personalidad al momento de tomar nuevas decisiones y subirse a nuevos vagones de trenes, porque así entiendo el cambio, como trenes bravos que nos llevan hacia nuestros sueños.
El ser capaces de mantener estable nuestra personalidad y a la vez modificarla con las decisiones que tomamos en nuestro día a día, es una cualidad algo paradójica que entiendo a través del trabajo, del juego y del amor. No sabemos hacia dónde va el cambio, pero no podemos resistirnos a él.
No hablo de la tecnología, esa que está cambiando lo más íntimo de nuestras relaciones, sino que al cambio del entendimiento de nosotros mismos. Porque cambiamos desde niños hasta viejos, porque si no cambiamos nos hacemos fomes y nos perdemos de las maravillas que nos traen esos trenes que nos llevan al cielo.
El riesgo de una mala decisión es preferible al terror de la indecisión.