Arbitrariedad en la criminalización de insultos a carabineros

por BENJAMIN NAPADENSKY, Est. Derecho, U. de Chile.

Gran polémica ha causado el proyecto de ley que criminaliza los insultos a Carabineros, y a mi parecer, con justa razón. Es, a todas luces, algo que reviste cierto grado de complejidad dadas las diversas aristas desde las que puede abordarse. Si en algo coincidimos todos – o por lo menos la inmensa mayoría – es que nadie tiene por qué tolerar insultos y agravios injustos, por lo cual el fin que se pretende lograr con esta legislación está fuera de la discusión. Ahora bien, como herramienta para conseguir aquello, sí creo que debe ser criticada.

Se ha esgrimido como argumento en contra del proyecto que éste sería atentatorio contra la libertad de expresión, pero éste me parece un mal argumento. El derecho a la libertad de expresión tiene como límite la dignidad humana; luego, cualquier dicho o acto que sea atentatorio contra ésta, no se encuentra amparado por el manto protector del derecho a la libertad de expresión, y ejemplos de esto sobran en nuestro país. Desde los recientes comentarios de un comediante cobardemente escondido detrás de un títere, pasando por seminarios albergados en el seno de universidades pontificias que, valga la redundancia, pontifican sobre cómo “curar la homosexualidad” y hasta homenajes a personajes condenados de por vida por violaciones a los DD.HH. Todos ellos son ejemplos de acciones que malamente se intentan escudar en las faldas de la libertad de expresión, que no son más que actos que denostan la dignidad de terceros, y, en ese orden de ideas, un carabinero también puede ser víctima de lo mismo producto de una agresión verbal.

Por ende, no comparto la posición recién expuesta, y creo que la argumentación en contra de este proyecto de ley debiese enfocarse más en cómo se está dejando la puerta abierta para que los carabineros se arroguen una potestad, la cual fácilmente puede prestarse para arbitrariedades rayanas en lo ilegal. En este mismo sentido se ha pronunciado inclusive un ex General Director de Carabineros Alberto Cienfuegos, quien expresamente señala que una legislación de estas características no debe prestarse para eventuales arbitrariedades. Parece pertinente también el cuestionarse por qué no bastaría con los delitos ya tipificados en esta materia en nuestra legislación, como lo es el de maltrato de obra a carabineros.

No es menos cierto que aún es poco lo que se sabe acerca de este proyecto, y por lo mismo para tener un juicio acabado del mismo habrá que esperar a que este decante en algo más concreto. Pero es justo pensar que, en el fragor de una manifestación, marcha otro encuentro ciudadano, un carabinero decide dentro de las amplias atribuciones que esta ley al parecer otorgará, que un “paco hueón” puede ser motivo más que suficiente para detener a una persona. El ministro Chadwick ha sido enfático en que hechos de esta naturaleza no ocurrirán, sin embargo, me gustaría saber cómo puede tener la certeza de que un carabinero, ofuscado por múltiples y muchas veces tan legítimas razones (como sus paupérrimos salarios), y preso de las pasiones y arrebatos de las circunstancias que a veces se desatan, sabrá discernir con certeza meridiana aquello que en efecto se aparta de la libre expresión y cae en el rango de ofensas tales que merecen ser criminalizadas.

Si en efecto queremos que se respete a nuestras instituciones de seguridad y orden público, si realmente perseguimos el afán de que puedan desempeñar su trabajo en buena lid, comencemos a preocuparnos entonces de dejar de lado políticas represoras que utilizan a estas instituciones como herramientas que parecen más oponerse a las aspiraciones del pueblo que compartirlas.

El día en que el estudiante, la ama de casa, la persona transgénero o el abuelo que participa de una marcha en pos de un país más justo sientan que en esta causa los carabineros están a su lado, y no enfrente obstaculizando, o el día en que el niño que asiste con su padre a ver al equipo de sus amores al estadio no sienta temor de ser brutalmente golpeado por las fuerzas especiales, ese será el día en que no harán falta leyes como la propuesta.

Al acabarse las políticas represoras de las autoridades, que parecieran esforzarse más por combatir implacablemente el sentir ciudadano, que de hacer eco de éste, se acabarán también en gran medida las faltas de respeto y las odiosidades que en muchos genera el actuar de Carabineros de Chile.

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